Sí, el arte de contar historias es nuestro aliado siempre y a eso llamamos storytelling. Pero no te agobies. Cada publicación que hagas, en cualquier formato, es la posibilidad de contar una historia. No la desperdicies. No importa la extensión de la historia ni el formato que elijas, no pierdas esa posibilidad. 

Como siempre, es necesario que conozcas a tu audiencia lo mejor posible para saber qué historias contar y en qué tono hacerlo.

Pensemos en nuestra próxima publicación, busquemos en nuestro archivo de acopio de contenidos y a nuestro planificador mensual. Lo primero que nos toca es identificar cuál es el mensaje que queremos dar, cuál es el objetivo de nuestra publicación. ¿Buscamos entretener, vender, inspirar, educar? Tengamos claro este propósito, será nuestra guía, ya que todas las partes de nuestra comunicación deben ir hacia allí. 

Y una pregunta más ¿qué punto de dolor atacamos? 

Ok, definamos primero: 

¿Qué es storytelling y cómo usarla a nuestro favor?

¿Qué son los puntos de dolor?

Hablamos de problemas, necesidades o insatisfacciones que experimenta tu público objetivo. Identificar y abordar estos puntos de dolor es crucial para crear productos, servicios y mensajes de marketing efectivos.

Te compartimos una guía para comprender y utilizar los puntos de dolor en tu estrategia.

Sí, por supuesto, antes que nada tenemos que empezar por conocer a nuestra audiencia. Es clave: conocerla implica también conocer sus puntos de dolor, sus problemas, sus necesidades. 

La conocemos interactuando con ella, a través de encuestas, preguntas directas, a través del análisis de su interacción con nuestra marca, manteniendo actualizado nuestro buyer person, analizando las métricas (las de nuestras redes, la de nuestra web, etc).

Los puntos de dolor más comunes, para que puedas pensar una estrategia en torno a ellos, son:

  • los emocionales: sobre todo la frustración por no poder encontrar una solución a un problema, necesidad o búsqueda
  • los funcionales generalmente relacionados al uso, utilidad y funcionalidad de un producto o servicio
  • los financieros: relacionados al costo o valor percibido
  • los sociales: aquellos que afectan a la percepción social de nuestro cliente o seguidor, aquello que lo hace sentir parte de una comunidad o fuera de ella, valorado, reconocido o no

Nunca es mala idea pensar qué punto de dolor ataca, resuelve, nuestro producto, servicio o marca, ser claros en ello, incluirlo en nuestra estrategia de comunicación, y siempre, siempre, siempre: contar una historia. 

Volvamos entonces al storytelling

Hay una estructura sencilla que te puede organizar. 

  • Hook: hablamos del gancho, ese primer impacto que capta la atención de nuestros seguidores. Puede ser una pregunta, una imagen clara, impactante, etc. Podemos servirnos para ello de los gatillos mentales.
  • Desarrollo de nuestra historia (insisto, no tienen nada que ver con la extensión, puede tratarse de algo muy breve): es en donde se presenta el problema, desafío o situación a ese hook. Siempre que tengamos detalles que pueden sumar a que sea más interesante, entretenida, etc, usemoslos.
  • Resolución: se trata del cierre de la historia. Ideal si podemos lograr que ese cierre nos deje una imagen clara y, de ser posible, duradera.

¿Terminamos? NO 

Estamos en una red social, no importa cual sea, buscamos conversación, interacción, invitemos entonces a ello, seamos claros también en ello.

¿Terminaste tu historia? Invita a tu audiencia a comentarla, a compartir la suya, a opinar. Hacé preguntas, indicá lo que buscas que tu audiencia haga con el contenido que le compartiste. A eso llamamos CTA, call to action o llamada a la acción. 

Y por supuesto, respondé. Si invitás a una conversación, tenés que estar disponible para sostenerla.

Importante: insistimos sobre la autenticidad. No inventemos historias, no las maximicemos ni minimicemos artificialmente, no impostemos ni intentemos vender una imagen que no es la propia. La autenticidad crea lazos, construye confianza y conexión emocional y eso es lo que buscamos construir con nuestra audiencia.

Y seamos claros: no importa la extensión, no hay un mínimo ni un máximo dentro del cuál movernos. La extensión de nuestro mensaje la define lo que el mensaje mismo requiere. No adornemos de más, no demos vueltas, no seamos enrevesados, tengamos un mensaje claro, pero no seamos escuetos en pos de una supuesta brevedad requerida: no la hay.